Monologo de Davo.

El odio es un lugar de evasión de la mente, donde las personas que no pueden hacer frente al abatimiento, descubren su santuario. Mientras la venganza, fantasía del odio. Es afilar un cuchillo oxidado tallándolo sobre una densa piedra de rencor calcificado. La nostalgia es un ermitaño con las manos temblorosas quien para reparar la hoja corroída de su corazón, ya tan magullada por la tristeza y las desilusiones, con los huesos endurecidos se le vuelve una tarea extremadamente ardua, arrastrando el arado por el mismo cuando las piernas y su espalda ya no le dan para más. Pues entre mas avanza el tiempo más pesaran las horas. Pues cierto es que la perdida, son los días ofuscados y extraviados, que persisten merodeando, por el pasado de su melancolía. Días que sórdidamente no darán cuenta, que el descenso en espiral ha tocado el fondo con su nariz.
Tan tarde será, cuando te des cuenta que tus épocas te habrán vencido.
Que vileza tan patética es la del odio. Que en cuanto más se arraiga a tu jardín sin haber solicitado anuencia, entre más lo procuras y alimentas más terminara dañando a tus otras plantas. Hasta que un día este cardo frondoso florecerá sobre tu cadáver debajo de tu tierra.
Y es así que polvo al polvo, atestada de ironía se apaciguara la venganza, para que la piedra del rencor sea entonces nuestra lapida, y la nostalgia un grabado a manera de epitafio para los que tanto odiaron, y que quede un testimonio de olvido de aquí morara para siempre.

Al escapar hacia el odio, no habrá recuerdo que valga la pena recordar. Finalmente nada más nos quedamos oprimiendo un puñado de vidrio roto. De lo que fue nuestro corazón, de pie frente al oceano etereo. Mientras este  plvo se libera de entre nuestros dedos, como lagrimas del viento, flotando sobre a la marea de la nada.

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