"Instinto Primal: La Decadencia de la Sociedad Mexicana frente al Espejo de la Evolución"

Por Victor D. Manzo Ozeda.

El instinto primate que subyace en la psique humana emerge con frecuencia en la arena social y cultural de México, revelando una predisposición hacia la violencia, la jerarquía y el tribalismo. Reconociendo este argumento podemos trazar un paralelo entre estas conductas y la decadencia que aqueja a nuestra sociedad.

La sociedad mexicana, en su entramado de usos y costumbres, exhibe con inquietante claridad la persistencia de esos instintos primordiales que creíamos haber dejado atrás en la evolución. La violencia, omnipresente y normalizada, es un vestigio de la lucha territorial de nuestros ancestros, manifestándose en la criminalidad desbordada, la corrupción endémica y la brutalidad cotidiana. Este comportamiento, arraigado en nuestra biología, se perpetúa y se amplifica en un contexto social donde la impunidad y la desconfianza institucional son la norma.

El tribalismo, ese impulso atávico de pertenencia y exclusión, se plasma en la fragmentación social y en la feroz defensa de identidades regionales, políticas y culturales. En lugar de fomentar un sentido de comunidad y cohesión, estas divisiones nos atomizan, impidiendo la construcción de un proyecto común y exacerbando las desigualdades. Las pandillas urbanas, los cárteles de la droga y hasta las camarillas políticas son reflejos de este tribalismo arcaico, donde el poder se ejerce y se disputa con una ferocidad que poco difiere de la de nuestros antepasados.

La jerarquía, otra herencia de nuestro linaje hominido, se evidencia en la estructura social profundamente estratificada y en la perpetuación de sistemas de dominación y sumisión. La corrupción, el nepotismo y el clientelismo son expresiones modernas de un orden jerárquico donde los poderosos se aseguran de mantener y expandir su influencia a expensas de los débiles. Este entramado de poder no solo perpetúa la injusticia y la desigualdad, sino que también erosiona la confianza en las instituciones y socava el tejido social.

Las costumbres y prácticas culturales que celebran la muerte, la violencia y la machismo son reflejos de una psique colectiva que aún reverbera con los ecos de una naturaleza animal no completamente domesticada. La narcocultura, con su exaltación de la violencia y la riqueza ilícita, es una manifestación contemporánea de estos instintos y necesidades, glamurizando comportamientos que nos arrastran hacia una espiral de decadencia.

Sin embargo, esta mirada crítica no debe ser una excusa para el determinismo biológico, sino un llamado a la reflexión y a la transformación. Reconocer estos instintos primordiales es el primer paso para trascenderlos. La educación, la cultura y el fortalecimiento de las instituciones pueden ser herramientas poderosas para mitigar estos impulsos y construir una sociedad más justa y cohesionada.

En conclusión, los usos y costumbres de la sociedad mexicana, enraizados en nuestros instintos primates, han contribuido a una decadencia perceptible en múltiples ámbitos. Es imperativo que, como sociedad, tomemos conciencia de estas dinámicas y trabajemos activamente para superarlas, promoviendo una cultura de paz, justicia y solidaridad que refleje lo mejor de nuestra humanidad y no lo peor de nuestra herencia evolutiva.

Comentarios

Entradas populares