"La Fortaleza Artificial del Peso Mexicano y su Futuro Sombrío"

Por Victor D Manzo Ozeda.

El peso mexicano ha mostrado una fortaleza inusual frente a las divisas extranjeras, una fachada que esconde profundas debilidades estructurales y un futuro sombrío. Esta fortaleza, aclamada por algunos como un signo de robustez económica, se sustenta en una combinación de factores temporales y políticas monetarias que no pueden sostenerse indefinidamente.

Uno de los principales motores detrás de la apreciación del peso ha sido la política de altas tasas de interés del Banco de México, que ha atraído flujos de capital en busca de mayores rendimientos en un contexto de bajas tasas en otras economías. Esta estrategia, aunque efectiva a corto plazo, crea una dependencia peligrosa en los movimientos especulativos y no en fundamentos económicos sólidos.

Además, el contexto internacional ha jugado un rol significativo. La pandemia y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China han impulsado el nearshoring, posicionando a México como un destino atractivo para la relocalización de operaciones. Sin embargo, los beneficios de esta tendencia están lejos de ser una panacea. La inversión extranjera directa, que debería ser un motor de crecimiento, no ha mostrado el dinamismo esperado debido a la persistente inseguridad, la falta de infraestructura y las políticas autocratas y energéticas regresivas que desalientan la inversión.

La inflación y las decisiones de política monetaria también proyectan sombras sobre el futuro del peso. A pesar de los esfuerzos del Banco de México para contener la inflación, los niveles actuales siguen siendo preocupantes. La expectativa de una reducción de las tasas de interés para estimular la economía podría disminuir la atracción del peso, exacerbando su vulnerabilidad frente a fluctuaciones externas.

En resumen, la fortaleza actual del peso es más una ilusión que una realidad sostenible. Los desequilibrios internos, la volatilidad externa y las decisiones políticas de corto plazo están creando un escenario donde cualquier perturbación podría desencadenar una depreciación abrupta y dolorosa. Esta fragilidad inherente plantea un futuro incierto y preocupante para la economía mexicana en el contexto global.

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