"Tortillas y Telenovelas: Retrato del Conformismo Mexicano"

Por Victor D Manzo Ozeda. 

En México, el viejo adagio del "pan y circo" se ha transformado: ahora se ofrece "tortillas y telenovelas". Este cambio es más que una simple sustitución gastronómica o de entretenimiento; es un símbolo de las falencias de una sociedad que se hunde cada vez más en la desinformación y el conformismo.

La desinformación, esa plaga moderna, encuentra en las redes sociales y medios tradicionales un terreno fértil en México. Se esparce con la velocidad de un incendio en temporada seca, distorsionando la realidad y socavando el tejido democrático. Esta vorágine de falsedades alimenta no solo la confusión, sino la polarización, debilitando la confianza en las instituciones y en la propia comunidad.

Mientras tanto, las telenovelas, con sus tramas inverosímiles y sus perpetuos retornos al status quo, no son solo distracciones inofensivas; son un opio que adormece a la población, ofreciendo un escape de la realidad que reduce el impulso a cuestionar o cambiar el estado de las cosas. Este entretenimiento, absorbido masivamente, promueve una visión del mundo maniquea y simplista, donde los problemas se resuelven en una hora y siempre hay un final feliz, una narrativa peligrosamente alejada de la complejidad del mundo real.

En conjunto, este conformismo se manifiesta en una tolerancia preocupante hacia la corrupción y la ineficacia. Los mexicanos, acosados por promesas vacías y escándalos que se suceden sin cesar, han bajado sus expectativas a niveles alarmantes. El resultado es una sociedad que, en lugar de demandar mejoras y responsabilidad, se refugia en la ficción de sus pantallas, perpetuando un ciclo de desilusión y estancamiento.

Así, las "tortillas y telenovelas" no son solo elementos de la cultura popular mexicana, sino metáforas de un conformismo que ha calado hondo, estancando el potencial de una nación rica en cultura, historia y recursos. 

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